"Como cuentera, creo, en primer lugar, que el lenguaje no es neutro. Las palabras están cargadas. Tiran a dar. Por eso es prioritario tomar conciencia no solo de lo que decimos, también de cómo lo decimos. El lenguaje importa. Indica cómo concebimos el mundo, determina cómo nos relacionamos y qué sociedades construimos. Muchas personas parecen percibir la xenofobia de algunas expresiones como “merienda de negros”, “cuento chino”, “moros en la costa”, etc., y están dispuestas a combatirla, sin embargo plantean muchas resistencias para dejar de utilizar el masculino universal a la hora de hablar. Apelan a la economía lingüística, a lo que es gramaticalmente correcto, a la pereza… No es fácil. Cambiar el propio lenguaje es cambiar el pensamiento y viceversa. Y precisa estar muy vigilante."
Virginia Imaz Quijera en "Narrar el 8 de marzo o cómo empoderarse desde el imaginario colectivo".
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